Cristina Sanchez Vega señala que nadie desea ser el mensajero que lleva la mala noticia. El camino más fácil consiste en fingir que no hay mala noticia, o mejor aún, en “decretar la victoria”: redefinir la mala noticia como no tan mala, rebajando la pauta de comparación. Es fácil escapar de la tensión emocional: el único precio que pagamos es el abandono de lo que realmente deseamos, nuestra visión. La interacción entre tensión creativa y tensión emocional es una dinámica de desplazamiento de la carga, similar a la de las metas erosionadas.
La tensión emocional siempre se puede aliviar ajustando el polo de la tensión creativa que está siempre bajo nuestro control: la visión. Los sentimientos que nos desagradan se disipan porque la tensión creativa que los originaba se reduce. Nuestras metas ahora se aproximan más a nuestra realidad actual. Cuando abrazamos una visión de vida que difiere de la realidad actual, existe una brecha (la tensión creativa) que se puede franquear de dos maneras.La dinámica del alivio de la tensión emocional es insidiosa porque puede operar sin que nos demos cuenta. En las organizaciones, las metas se erosionan a causa de la baja tolerancia hacia la tensión emocional.
El proceso compensador de abajo representa la “solución fundamental”: realizar actos para que la realidad concuerde con la visión. Pero cambiar la realidad lleva tiempo. Esto conduce a la frustración y la tensión emocional del proceso compensador de arriba, la “solución sintomática” de reducir la visión y acomodarla a la realidad actual.
Si nos sentimos profundamente desalentados ante una visión que no se concreta, podemos sentir el fuerte impulso de aligerar la carga del desaliento. Hay un remedio inmediato: rebajar la visión. “Bien, no era tan importante alcanzar el puntaje máximo. Me divierto igual con un puntaje relativamente alto”. O bien: “No me importa tanto tocar en un recital. De cualquier modo, deberé ganarme la vida como maestro de música; me concentraré en esto”. Pero esta reducción no es final de la historia. Tarde o temprano surgen nuevas presiones que alejan la realidad de la visión (nueva y rebajada), creando nuevas presiones para rebajar la visión y el autoconocimiento.
Se genera la clásica dinámica de “desplazamiento de la carga”, una sutil espiral reforzada de fracaso, frustración, visión rebajada, alivio temporario y nueva presión para rebajar aún más la visión. Gradualmente la “carga” se desplaza cada vez más hacia la rebaja de la visión. Permitimos que nuestras metas se erosionen cuando no podemos convivir con la tensión emocional. Por otra parte, cuando comprendemos la tensión creativa y la dejamos operar sin rebajar nuestra visión, la visión se transforma en una fuerza activa. Las gentes realmente creativas usan la brecha entre la visión y la realidad actual para generar energías para el cambio. Si no logramos distinguir la tensión emocional de la tensión creativa, nos predisponemos a rebajar nuestra visión. Este taller de coaching insiste en la siguiente premisa: “No importa lo que la visión es, sino lo que la visión logra”. Para los colaboradores Cristina Villanueva y Fernando Sanchez, la dinámica de la tensión emocional existe en todos los niveles de la actividad humana. Es la dinámica de la componenda, el camino de la mediocridad. Como dijo Somerset
Maugham: “Solo los mediocres están siempre en su forma óptima”.