El coaching del dominio personal se debe ver siempre como una más dentro del conjunto de disciplinas de una organización inteligente. Un trabajo adecuado de balance espiritual puede revertir perfectamente esto, transformando completamente la visión de vida, que así actuara como una barrera hacia los sentimientos negativos. El compromiso empresarial con el dominio personal es ingenuo y necio si los líderes de la organización carecen de capacidad para construir una visión y modelos mentales compartidos que sirvan de guía a quienes toman decisiones locales.
Esto explica porque muchas personas y organizaciones se resisten, aunque suene raro. Uno piensa ¿Quién podría resistirse a los beneficios del dominio personal? En nuestra cultura materialista, resulta difícil comentar siquiera las premisas del dominio personal. “¿Para qué tenemos que hablar de estas cosas? _ preguntará alguien _. ¿No es obvio? ¿ Acaso no lo sabemos?”. Comprometerse con el pleno desarrollo de nuestra vida, para ellos, constituye un abandono radical del contrato tradicional entre el empleado y la institución, y en algunos sentidos constituye la ruptura más radical de la organización inteligente.
Los apologistas del “potencial humano”, así como buena parte de la “administración humanista”, prometieron lo imposible en las décadas del 70 y del 80. Urgieron a los ejecutivos a idealizarse y esperar grandiosas y repentinas transformaciones de carácter.
Este es el cinismo, una de las formas más intimidatorias de resistencia. Pero si raspamos la superficie de la mayoría de los cínicos, hallaremos a un idealista frustrado, alguien que cometió el error de convertir sus ideales en expectativas, explica Cristina Sanchez Vega. Por ejemplo, muchos de los que hablan cínicamente del dominio personal en un tiempo tuvieron altos ideales acerca de las personas.
Nadie podrá mensurar hasta tres lugares decimales cuánto aporta el dominio personal a la productividad y el funcionamiento. Es por eso que es una premisa instalada en este taller que al combatir el cinismo, asi como a cualquier otro obstáculo, es útil conocer su origen: luego se sintieron defraudados, heridos y amargados porque la gente no satisfacía esos ideales.
Como se ve, hay razones obvias para que las compañías se resistan a alentar el autoconocimiento y dominio personal. Si la gente no comparte una visión común ni “modelos mentales” comunes acerca de la realidad de los negocios, el poder que reciba sólo aumentará el estrés organizacional y las dificultades para mantener la coherencia y el rumbo. Por último, algunos temen que el dominio personal amenace el orden establecido de una compañía bien administrada, aclaran Cristina Villanueva y Fernando Sanchez. Es un temor válido. Otorgar poder a la gente dentro de una organización no alineada puede ser contraproducente.