Wednesday, September 14, 2011

Cristina Sanchez Vega: coaching, intuicion y autoconocimiento


El conflicto entre la intuición y el pensamiento lineal y asistémico ha inducido a creer que la racionalidad se opone a la intuición. Se demuestra que esta perspectiva es falsa si analizamos la sinergia de razón e intuición que caracteriza a casi todos los grandes pensadores. Según Cristina Sanchez Vega, las personas con altos niveles de dominio personal no se proponen integrar la razón con la intuición. Lo consiguen naturalmente, como subproducto de su pasión por el utilizar todos los recursos de que disponen. No pueden darse el lujo de optar entre razón e intuición, o entre la cabeza y el corazón, así como no podrían optar por caminar con una pierna o ver con un ojo.
No es posible que, siguiendo el mismo principio de diseño, la razón y la intuición estén destinadas a trabajar armónicamente y permitirnos alcanzar nuestra inteligencia potencial y visión de vida? A medida que los directivos dominan el pensamientos sistémico como lenguaje alternativo, descubren que muchas de sus intuiciones son explicables. El pensamiento sistémico quizá tenga una clave para integrar la razón y la intuición. La intuición elude la cárcel del pensamiento lineal, con su exclusivo énfasis en causas y efectos próximos en el tiempo y el espacio. El resultado es que la mayoría de nuestras intuiciones no tienen “sentido”, es decir, que no se pueden explicar según la lógica lineal. El bilateralismo es un principio de diseño que subyace a la evolución de los organismos avanzados. La naturaleza parece haber aprendido a diseñar en pares; no sólo introduce redundancia sino que alcanza aptitudes que de otra manera no serían posibles. Dos piernas son esenciales para una locomoción rápida y flexible. Dos brazos y dos manos son vitales para trepar, levantarse y manipular objetos.
Eventualmente, la reintegración de razón e intuición puede ser uno de los principales aportes del pensamiento sistémico y el adecuado proceso de autoconocimiento.
Dos ojos brindan visión estereoscópica y, junto con dos orejas, percepción profunda. ¿ Con frecuencia los directivos experimentados tienen ricas intuiciones acerca de los sistemas complejos, pero no pueden explicarlas. Sus intuiciones les indican que la causa y el efecto no están próximos en el espacio y el tiempo, que las soluciones obvias producirán más prejuicios que beneficios y que las soluciones de corto plazo generan problemas de largo plazo. Pero no pueden explicar sus ideas en un lenguaje lineal
causa-efecto. Terminan por decir: “Háganlo de esta manera. Dará resultado”.
Muchos directivos intuyen los peligros de la erosión de metas o de pautas, pero no pueden explicar del todo cómo esa erosión crea una tendencia a subinvertir y concreta una profecía autopredictiva de falta de crecimiento en el mercado.
Otros intuyen que se están concentrando en indicadores tangibles y fáciles de mensurar y enmascarando problemas más profundos, incluso exacerbando estos problemas. Pero no pueden explicar convincentemente por qué éstos son los indicadores erróneos o cómo las alternativas pueden generar mejores resultados. Ambas intuiciones se pueden explicar cuando se comprenden las estructuras sistémicas subyacentes, y esto lógicamente se logra a través del coaching.
La intuición ha recibido creciente aceptación y atención en el mundo de los negocios, al cabo de varias décadas de indiferencia oficial. Muchos estudios demuestran que los gerentes y líderes experimentados se valen muchísimo de la intuición, que no resuelven problemas complejos de modo totalmente racional. Siguen corazonadas, reconocen patrones y establecen analogías y paralelismos intuitivos con situaciones aparentemente dispares. En las escuelas de administración hay incluso cursos sobre intuición y resolución creativa de problemas. Pero aún nos queda un largo camino por recorrer, en nuestras organizaciones y nuestra sociedad, en cuanto a la reintegración de intuición y racionalidad.